A sus 101 años, una vida centenaria cargada por arduas jornadas de trabajo de sol a sol y la crianza de sus hijos, se reflejan en los achaques propios de la edad y una gran preocupación.
A pesar de sus múltiples enfermedades y carencias, Sixta Laureano solo tiene un deseo: Tener un techo digno con el cual no sentirse en el aire cada noche al dormir.
“Lo principal es ese rancho que no lo tengo, yo estoy, que Dios nada más es que sabe, eso es forrado a fuerza de sábana, porque es en el aire que duermo yo. Usted se acuesta y ve todo el que está en la carretera, todo está podrido, los comejenes se lo han comido todo”, manifestó Sixta con tono de preocupación mientras veía a su alrededor la casita de madera donde vive en el distrito municipal de La Cuaba, en Pedro Brand.
La claridad que entra a la casa por las aberturas y las sábanas colgadas en la madera que dan forma al “bohío” de doña Sixta, dan fe y testimonio de su preocupación, especialmente en temporada de lluvia, cuando por el zinc agrietado y otros espacios de la casa diluvia dentro. Una de las dos habitaciones de la casa, se encuentra vacía, por la cantidad de agua que entra en temporada de lluvia, encontrándose el otro dormitorio de la casa con tres camas, una de ellas sin sabanas y cubierta de plástico para evitar que la lluvia moje el colchón.
Además del agua que cae desde las grietas del zinc, la habitación tiene una puerta que no alcanza a llegar al marco, por la que también el agua entra al interior de la casita de doña Sixta.
