Cada uno de los que estaban en ese vagón tienen 10 años preguntándose la razón del ataque

Yudelka Domínguez]

29/10/2024 00:00 | Actualizado a 29/10/2024 10:24

Era un día habitual para Francis Alberto González Gil, Alberto Fernández y Daniel Almánzar, quienes al igual que cientos de personas con regularidad utilizaban el servicio del Metro de Santo Domingo para acudir a sus lugares de trabajo, sin imaginar que esa mañana del 27 de octubre de 2014, dejaría marcas en sus vidas, algunas como un tatuaje en la piel, que quedan impregnadas para siempre.

Ese día González Gil abordó la línea 2 del Metro de Santo Domingo más tarde de lo común, se subió al vagón M-1279 para dirigirse a su lugar de trabajo. En el trayecto y justo en la estación Manuel de Jesús Galván, un joven vestido con un t-shirt blanco, un pantalón negro, unos tenis del mismo color del pantalón, una gorra roja y un bulto que combinaba con su visera, forzó la puerta que se cerraba y entró al vagón.

Luego de estar dentro se colocó cerca de la cabina de la conductora y era observado con interés por Francis Alberto González quien lo notaba inquieto y mirando a todos los presentes de una forma “extraña”. El nombre de este joven es Franck Kelin Holguín Medina.

Cerca de las 8:30 de la mañana, luego de que el metro avanzara dos estaciones, González Gil miró cómo ese joven que llamó su atención encendía su bulto, lo que lo llevó a gritar: “él tiene una mochila encendida en fuego”, esto hizo que Holguín Medina lo mirara, diera unos pasos hacia donde se encontraba y le lanzara el bulto. El fuego se intensificó debido a que el interior de la mochila contenía gasolina, gravilla y otros materiales altamente explosivos, produciéndole a González Gil quemaduras de segundo y tercer grado en el 70 % de su cuerpo.

Sumado a esto, el metro que iba en dirección al kilómetro 9 de la Autopista Duarte, se paralizó entre las estaciones Ramón Cáceres y Mauricio Báez, los presentes empezaron a correr despavoridos y a intentar abrir las puertas. En su interior todo era negro, el humo arropaba todo el espacio.

Francis Alberto González Gil ardía en las llamas y tirado en el suelo, notó como un hombre, Daniel Fernández, a pesar de ser no vidente, le topaba con la mochila que utilizaba para cargar los materiales de su trabajo. Esta acción y sin saberlo permitió que se terminaran de apagar las llamas que la conductora del metro había empezado a extinguir con un extintor que estaba en el lugar.

Pero Daniel Fernández no estaba en el suelo de casualidad, cayó en el piso del vagón cuando intentaba huir. Lo tumbaron las personas intentando salvar sus vidas. Él cayó porque antes que su cuerpo, su bastón fue arrojado al piso.

Yo lo que hice fue que me puse como de rodillas, dejando la cara en el piso para que el humo no me afectara tanto, porque tonto de mí, porque si yo siento que están corriendo para allá, párate y corre para allá”, cuenta Daniel Fernández al reunirse 10 años después con Francis González a recrear el momento de la tragedia.

“Yo fui un instrumento de manera inocente, no puedo decir que tiré la mochila para (apagarte el fuego)”, le dice el no vidente en la conversación Daniel a Francis, quien por años le ha buscado para darle gracias y a quien al inicio de la conversación le define como su héroe.