En un contexto en el que se espera el sometimiento de una postergada reforma fiscal, Diario Libre conversó sobre las perspectivas de esta medida con tres expertos

Mariela Mejía

Tres economistas están sentados a la mesa con muchas reflexiones sobre cómo manejar las finanzas públicas. Uno comenta que no es sano para la economía dominicana tener «en vilo» a la población y a los agentes económicos sobre qué y cuándo finalmente propondrá el gobierno en una postergada y anunciada reforma fiscal o tributaria. Coinciden en que, si el gobierno comunica más y mejor el beneficio social que traería, se recibirá un mayor respaldo de los contribuyentes.

«Todo el mundo está a la expectativa de qué tipo de reforma y cuándo (…) Eso no ayuda a la misma economía. Tienes a los agentes económicos a la expectativa; incluso, tal vez haya inversiones que pudieran hacerse en este momento que están demoradas simplemente por toda la incertidumbre», dice Miguel Collado Di Franco, vicepresidente ejecutivo del Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles (Crees).

Es la segunda vez en la actual gestión perremeísta que se habla de someter una reforma fiscal. La primera fue en el 2021 y se diluyó en medio de la oposición emanada desde la población a propuestas que circularon que incluían nuevos impuestos. Ahora, someterla parece inminente.

El español Daniel Lacalle, otro de los economistas sentados a la mesa, observa que las reformas se deben hacer en épocas de crecimiento económico, como la actual para la República Dominicana, cuando se proyecta que en este 2024 la nación retome su crecimiento potencial en torno al 5 % del producto interno bruto (PIB). «Si no, luego vienen las reformas inadecuadas en época de contracción y por obligación», dice el analista.

Durante lo que va del año son variadas las propuestas divulgadas de economistas y entidades locales e internacionales para que el país las pondere en la anunciada reforma. Algunos coinciden en que debe ser integral, es decir, que genere riqueza y crecimiento, y alcance hasta el ámbito laboral (que reduzca, por ejemplo, el costo laboral) y el energético (tal como la privatización de las empresas distribuidoras de electricidad). Pero en ese ínterin, puede aparecer el «hartazgo».

La fatiga de la reforma

Edmundo Rivera, economista de ER Capital Partners y el tercero a la mesa, observa que la manera en la que se ha manejado la reforma es que con esta se promete que se aumentarán las recaudaciones y así reducir el déficit fiscal del Sector Público No Financiero, que equivale en este 2024 al 3.1 % del PIB.

«Tú haces una reforma prometiendo que vas a recaudar 3 %, por poner un ejemplo, 4 % del PIB, y después, al final resulta que nada más recaudas 1.2 o 1.3 %. Ya al tercer año o al cuarto año se está hablando de otra reforma de nuevo», dice.