Un cambio político en Haití podría abrir la puerta al diálogo con República Dominicana, uno de los objetivos de la comunidad internacional.

 

AGENCIA APCiudad de México, México

Después de que el presidente dominicano Luis Abinader fue reelegido fácilmente para un segundo periodo el fin de semana, prometió en un discurso que lo mejor está por venir.

Pero mientras uno de los gobernantes más populares de la región hablaba de prosperidad económica y reformas a la Constitución, fue notorio que no mencionó una cosa: La crisis en la vecina Haití.

Desde hace tiempo República Dominicana ha asumido una postura firme frente a los migrantes haitianos, pero sus medidas enérgicas de control se han incrementado en los últimos años a medida que la espiral de violencia en Haití obliga a la población a huir.

Analistas como Michael Shifter, miembro del Inter-American Dialogue —un centro de investigación con sede en Estados Unidos—, dicen que Abinader ha utilizado la crisis como una herramienta política para “aprovechar los temores de la población”.

UN BUEN TRABAJO

“La abrumadora mayoría de los dominicanos creen que Abinader ha hecho un buen trabajo… No están dispuestos a arriesgarse con alguien más”, dijo Shifter. “Su postura tan estricta y nacionalista hacia Haití, si bien no es la única razón por la que ganó, sí ha incrementado y afianzado el respaldo político que tiene”.

Ahora, mientras el gobierno de transición de Haití intenta restablecer el orden y Abinader inicia otros cuatro años en el poder, la pregunta sigue siendo la misma: ¿Qué pasará ahora con ambos vecinos? Algunas personas esperan que Abinader suavice su postura.

República Dominicana comparte la isla de La Española con Haití, un país que se ha sumido en el caos y la violencia de pandillas desde que el presidente Jovenel Moïse fue asesinado en julio de 2021. El gobierno de Abinader ha levantado un muro a lo largo de sus 400 kilómetros (250 millas) de frontera con Haití y tan sólo en el último año ha deportado a por lo menos 175.000 haitianos que huían de la crisis, incluidos menores sin compañía de un adulto y demás personas vulnerables.

Las restricciones han desatado acusaciones de grupos defensores de los derechos humanos, los cuales aseguran que las políticas de Abinader son racistas e infringen el derecho internacional. Calculan que hay 130.000 personas de origen haitiano que permanecen sin estatus legal en el país, sin acceso a los derechos básicos de ciudadanía debido a las leyes dominicanas de derechos de ciudadanía por nacimiento.

Cuando el alto comisionado de Naciones Unidas para los derechos humanos, Volker Türk, le pidió a Abinader que suspendiera las deportaciones ante los elevados índices de violencia y abuso sexual contra civiles en Haití, el mandatario dominicano se rehusó.

PROTEGER A LA REPÚBLICA DOMINICANA

“Nuestra consigna, de hoy en adelante, será: ¡O luchamos juntos para salvar a Haití o lucharemos solos para proteger a República Dominicana!”, manifestó Abinader en febrero.

Para sus próximos cuatro años de gobierno, Abinader ha prometido concluir la obra del muro fronterizo, apuntalar la economía y acabar con la corrupción que ha asediado a la nación caribeña durante tanto tiempo.

Rafaela Tejeda, una contadora jubilada de 67 años que reside en la localidad fronteriza de Dajabón, dijo a The Associated Press que votó por Abinader debido a que quería que continuara con sus políticas de línea dura.